La foto

domingo, 5 de agosto de 2007

Resoplando me llevé las manos a la cabeza. Desde luego no había sido el mejor día de mi vida. Miré hacia la vitrina, y como la carne y el marisco en el mercado, allí estaba él expuesto. Para qué. Nunca lo entenderé. Las imágenes de la foto y la realidad se superpusieron y cerré los ojos. No quería la imagen tras el cristal dentro de mi mente. Unos cuantos pésames estúpidos me sacaron de mi mundo. Me levanté no sé bien por qué y me quedé delante la vitrina.
Sorprendido, vi que la foto estaba allí, encima de su pecho. Miré alrededor, ¿nadie más la veía? Aunque bueno… lo empañaban todo las lágrimas. Llamé a la puerta y le dije al que había dentro que me dejara pasar. Aunque no era lo correcto, después de mucho rogar me lo permitieron. El encargado me miró con resignación y pasé. Me quedé a su lado, respirando de su paz, y fui a coger la foto.
Cerré los ojos, me daba un miedo increíble (y ridículo) que al tocarlo me cogiera del brazo. Sentí el papel entre mis dedos y abrí los ojos. No podía moverme. Tenía las manos sobre el pecho y una foto encima. No sé si respiraba o no. ¿Veía? No lo sé… No sé si oía tampoco… Todo flotaba en el ambiente y simplemente lo sabía… Lo sabía todo. Sentí cómo a través del cristal me miraban. Uno tras otro. Entonces, él me miró y sonrío. Una sonrisa cruel sin duda.

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